Cuando voy a buscar libros de literatura infantil y juvenil, habitualmente me interesa la editorial, quién lo ha publicado, cuándo, quienes son los autores, pero nunca me dejo influenciar solo por estos datos. Soy escritora de literatura infantil y para mí la historia de un libro es lo más importante, así como el conjunto especial que forma con las ilustraciones. A nosotros, lectores y escritores húngaros, nos gustan las historias largas. Puede ser que por ese motivo todavía no hay tantos álbumes ilustrados en el mercado húngaro de los libros infantiles. No lo sé, pero espero que llegue el tiempo, en que los álbumes ilustrados llegarán a tener mucho éxito como tienen en España o en América Latina. Creo que un álbum ilustrado de calidad tiene un rol muy importante en la literatura infantil. Nos enseña una unión entre el texto y los dibujos, que deben a complementarse.
Cada vez he pensado que los textos cortos en un álbum ilustrado dejan al lector a usar más su imaginación, jugar con las imágenes, descubrir mundos nuevos y desconocidos. He hojeado muchos álbumes ilustrados y he encontrado muchos en donde el texto no ha sido bueno, le faltaba sal y pimienta, te dejaba con una sensación de vacío, de que falta algo, pero en cambio las ilustraciones me fascinaban. Para mí no son suficientes solo las ilustraciones, cada vez busco una historia redonda, que sea corta pero que me aporte algo diferente, algo que me haga sentir la magia de un álbum ilustrado.
El álbum de Bea y Silvia Gil, titulado Semillas de papel, ha sido publicado en 2014 por la editorial Algar Ediciones. Es un libro impreso en papel ecológico.
Me ha conquistado, no solo por los dibujos, únicos, muy elaborados, llenos de misterio; sino también por la historia, que en mi opinión podría ser un poco más larga, con un giro en el cuento. Aun así la historia es muy interesante, a pesar de tener un mensaje muy marcado, proteger la naturaleza y todos seres vivos que viven a nuestro alrededor, no adoctrina y eso lo hace más agradable.
Los personajes principales son dos niñas, Eyla y Naia. Viven en el mismo bosque pero no comparten las mismas preocupaciones en cuanto se trata de los seres vivos del bosque. Naia ha sido una niña que siempre cuidaba de todo que la rodeaba, mientras que Eyla estaba preocupada solo de su mundillo y de sus aficiones.
Un día un viejo roedor observa, que Eyla, que vivía en una fábrica vieja del bosque, empieza cortar los árboles y los lleva a la fábrica vieja con su escarabajo leñador. 
El viejo roedor se desespera y corre a pedir ayuda a su amiga, Naia. Naia enterándose de que el equilibrio del bosque se ha roto, no se lo piensa y sale corriendo en la espalda de su veloz caracol para ver qué sucede. Descubren juntos que Eyla usa los árboles para producir papel para anotar sus pensamientos, pero sin éxito. Gasta los papeles sin escribir. Arruga cada hoja de papel y la tira. Naia decide a cambiar esta situación. Lleva todos los papeles arrugados y construye figuras de papel de los animales que han tenido que huir del bosque por culpa de Eyla. Cuando Eyla ve que esas hojas convertidas en animales de papel regresan al bosque entiende lo que ha hecho e intenta solucionar su error. Decide sembrar las hojas que le quedan, Espera que broten de nuevo los árboles que ella destruyó.
Uno de los mensajes más importantes de este libro es que con amigos y con determinación todo se puede conseguir, y que las decisiones que han hecho daño, se pueden rectificar en cualquier momento.
Respetar el equilibrio de naturaleza cada momento es una tarea diaria de cada uno de nosotros. Esto lo debemos transmitir a todos los niños para tener un futuro adecuado.
Cuentos de Pukka 